A medida que el mundo continúa lleno de maldad a nuestro alrededor y los tiempos pueden parecer sombríos, podemos encontrar paz y esperanza a través de nuestro Salvador y Su evangelio. Elder Oaks recientemente compartió lo siguiente en un post en su página de Facebook para recordarnos a buscar y confiar en Cristo.
Vivimos en tiempos difíciles. Los valores y las normas honrados por miles de años ahora se rechazan e ignoran; el egoísmo está reemplazando al servicio. A lo malo se le llama bueno y a lo bueno se le llama malo.
Aunque el corazón de los hombres desfallezca, ustedes deben tener ánimo. Siempre ha habido tiempos difíciles. Nosotros, las generaciones de sus predecesores, hemos sobrevivido a grandes dificultades y ustedes también lo harán. La respuesta a todas estas dificultades es el misma como ha sido siempre.
Tenemos un Salvador y Él nos ha enseñado lo que debemos hacer. Al concluir Su ministerio terrenal Él declaró: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Lo que vence al mundo es el poder de Dios, manifestado mediante Su Hijo, Jesucristo, y dado a nosotros por medio de los principios y la doctrina del evangelio restaurado de Jesucristo.
En las circunstancias estresantes que nos rodean, debemos confiar en Dios y Sus promesas, y aferrarnos a la enseñanza fundamental del Evangelio de la esperanza. Como el apóstol Pablo le dijo a los corintios: “Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; abatidos, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8–9).
Cuando confiamos en el Señor de que todo estará bien, esa esperanza nos mantiene activos. La esperanza es una virtud cristiana característica. Sé que esta contrarrestará toda la desesperación actual.
Cuando se sientan desanimados, pongan la fe y la esperanza a trabajar en su vida. Mientras algunas personas pueden abandonar el progreso, ustedes con fe deben esperar y continuar con su formación académica, su vida y familia. Como el Señor le dijo a los primeros miembros de la Iglesia: “… no temáis, rebañito; haced lo bueno; aunque se combinen en contra de vosotros la tierra y el infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer” (D. y C. 6:34).
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