Ilustraciones por Sally Wern Comport.
Matt y Margaret (todos los nombres han sido cambiados) apagaron la televisión después de la última sesión de la conferencia general. Los mensajes habían sido inspiradores, y habían disfrutado del ambiente positivo que se había sentido en su hogar ese fin de semana.
Nadie podría haberse sentido más decepcionado que Matt y Margaret cuando, menos de veinticuatro horas después, se vieron inmersos en una acalorada discusión sobre si debían ahorrar una paga inesperada que Matt había recibido en el trabajo o gastarla en ropa escolar para sus hijos mayores. La discusión no se resolvió, y Matt y Margaret volvieron a sus respectivas tareas sintiéndose incomprendidos.
Para crear un matrimonio duradero y feliz, la pareja debe aprender a resolver conflictos de manera que cada uno se sienta comprendido y se tomen decisiones que impliquen concesiones mutuamente aceptables.
Advertencia y guía espiritual
Las Escrituras y las palabras de los profetas y los apóstoles ofrecen abundantes advertencias contra la contención. En 3 Nefi leemos: “… aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención” (3 Nefi 11:29). El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que Satanás “intenta provocar desavenencias entre el padre y la madre, incita a los hijos a desobedecer a sus padres… Satanás sabe que la manera más certera y eficaz de perturbar la obra de Dios es minimizar la eficacia de la familia y la santidad del hogar”1.
Las diferencias de opinión y los diferentes hábitos y experiencias en la vida son inevitables, pero tenemos muchos recursos que nos ayudan a saber cómo hacerles frente. La doctrina y la instrucción que se imparten en la adoración dominical y en las publicaciones de la Iglesia pueden ayudar, y cuando sea necesario se pueden complementar con información profesional de calidad. La pareja puede aprender métodos para afrontar el conflicto. La inspiración produce un cambio en el corazón que ablanda a cada cónyuge desde adentro.
El presidente Thomas S. Monson advirtió: “… algunas de las oportunidades más grandes para demostrar nuestro amor estarán dentro de las paredes de nuestro propio hogar. El amor debería ser el núcleo de la vida familiar, y sin embargo, a veces no lo es; quizás haya mucha impaciencia, discusión, peleas y lágrimas”2.
Cuando los problemas persisten y llegan a ser destructivos para la vida familiar, puede haber causas más graves de conflicto, incluso la inmadurez, el egoísmo, la lucha de poder o el orgullo. El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) enseñó: “Por mucho tiempo he pensado que el factor más importante en un matrimonio feliz es la preocupación solícita por la comodidad y el bienestar de nuestro cónyuge. En la mayoría de los casos, el egoísmo es el factor principal que ocasiona discusión, separación, divorcio y corazones destrozados”3.
El élder Marvin J. Ashton (1915–1994), del Cuórum de los Doce Apóstoles, también comentó: “Cuando uno considera el mal sentimiento y la desagradable experiencia [causados por] la contención, es bueno preguntarse: ‘¿Por qué soy partícipe de ella?’.
“… es importante reconocer que somos nosotros quienes escogemos nuestra conducta. La raíz de todo este asunto es el [viejo problema del] orgullo”4.
Sea cual sea la causa, si los problemas persisten, debemos aprender nuevas habilidades y ablandar nuestro corazón.
Causas de conflicto
Hay muchas causas de conflicto, que van desde simples preferencias personales hasta estilos de comunicación profundamente arraigados. Además de superar el egoísmo y la inmadurez, la pareja hará frente a otras causas comunes de conflicto, que incluyen factores como los siguientes:
- Recién casados que aprenden a adaptarse el uno al otro
- Diferencias naturales entre hombres y mujeres
- Irritabilidad debida al agotamiento
- Diferencias de opinión en cuanto a la mejor manera de educar a los hijos o administrar las finanzas
- Hijos que están aprendiendo a ejercer su albedrío
- Diferencias en las cosas que nos agradan y las que nos desagradan
- Reacciones exageradas por causa del estrés
- Falta de comprensión o de habilidad para resolver conflictos
Advertencias sobre la ira
Muchos conflictos maritales y familiares surgen por motivo de una ira descontrolada. Si no tenemos cuidado, podemos prolongar un episodio de enojo al pensar constantemente en el modo en que la otra persona nos ofendió. Cuanto más pensemos en ello, más razones encontraremos que justifiquen nuestro punto de vista. Esta inquietud nos impedirá calmarnos y, si una segunda ola de rabia surge antes de haber resuelto la primera, las reacciones hormonales pueden conducir a nuevos estallidos.
Por ejemplo, en una sesión de terapia, Marilyn describió cuán frustrante había sido estar en la cama después de que su marido y ella se hubieran gritado el uno al otro. “Sabía que yo tenía razón”, dijo ella. “Sabía que encendería la luz y se disculparía, pero no lo hizo. Cuando más pensaba en ello, más me enojaba. Cuando oí que comenzaba a roncar, no pude soportarlo; salté de la cama y le grité todavía más, y luego me fui al piso de abajo. ¿Puede creerse que siguió sin disculparse?”. La experiencia de Marilyn es un buen ejemplo de cómo no tratar los sentimientos de enojo.
Quizás parezca difícil poner fin a los hábitos, incluso a los recién adquiridos, pero los cónyuges pueden aprender habilidades que ayuden. Estas son algunas prácticas útiles:
7 consejos para calmarse
Cuestiona rápidamente tus pensamientos. En nuestro ejemplo, Marilyn podía haberse dicho a sí misma: “Parece que tengo razón, pero mi reacción está siendo desproporcionada. Mi relación con mi esposo es más importante para mí que aquello por lo que estamos discutiendo”.
Deja que tus emociones se aplaquen antes de abordar el problema. Espera a que pase la reacción química que podría estar teniendo lugar.
Busca una distracción. Elige pensar en otra cosa o sal a dar un paseo.
Escribe tus pensamientos. A algunas personas esto les ayuda a aumentar su percepción de sí mismos.
Exprésalo en formas productivas. Hablar a gritos de tus sentimientos no te ayudará a “desahogarte”. Cuanto más enojo descargues, más intensas se volverán tus emociones.
Escucha música relajante o lee literatura que te inspire.
Vuelve a empezar. Contrólate al principio del desacuerdo. Hay estudios que demuestran que los primeros tres o cinco minutos de una conversación establecen las bases de lo que probablemente sucederá a continuación. Di: “Esto va por mal camino; vamos a empezar de nuevo”.
Pasos para resolver un conflicto
El manual Cómo fortalecer el matrimonio, de los Servicios para la Familia SUD, recomienda tres pasos para resolver un conflicto: (1) Expresen sus puntos de vista, (2) Examinen sus inquietudes, y (3) Elijan soluciones que sean satisfactorias para ambos5.
1. Expresen sus puntos de vista
Cada uno comparte sus puntos de vista de manera sincera pero sin atacar. En ocasiones, una reflexión detenida resuelve el problema una vez que queda claro que el desacuerdo era simplemente un malentendido. Por ejemplo, una esposa que cree que su marido insiste de manera egoísta en que vaya con él a un partido de baloncesto en una escuela secundaria en lugar de salir a cenar juntos, podría llegar a la conclusión de que él no está tan interesado en el baloncesto como en mostrar interés por un jugador que ha dejado de asistir a sus clases de Escuela Dominical.
2. Examinen sus inquietudes
El matrimonio debe examinar sus inquietudes a un nivel más profundo. Lo importante es comprender y aceptar las inquietudes del otro. Volviendo al ejemplo del baloncesto, aunque la esposa entiende la preocupación de su marido por el alumno, tal vez piense que poner las necesidades de otras personas siempre por delante de su matrimonio es algo que él está tomando como costumbre. En este caso es necesario tener una conversación más reflexiva en la que cada uno exprese sus sentimientos con delicadeza, y la confrontación dé paso a la cooperación.
3. Elijan soluciones que sean satisfactorias para ambos
El matrimonio propone ideas y decide soluciones que sean satisfactorias para ambos. El enfoque se centra en lo que cada uno puede hacer para encauzar sus inquietudes, y no en lo que puede hacer su cónyuge. Esta negociación puede poner a prueba la madurez y la paciencia pero, con el tiempo, lleva a la convicción de que es seguro expresar los sentimientos, y a confiar en que los deseos de cada uno se tendrán en cuenta. La pareja de nuestro ejemplo podría acordar pasar una tarde de viernes juntos en un partido de baloncesto, otra tarde de viernes el esposo podría ir solo al partido, y dos tardes de viernes podrían realizar actividades en pareja. Que la calidad del proceso de toma de decisiones sea satisfactoria para ambos es más importante que el modo en que la pareja decida pasar la tarde del viernes.
Resultados de la resolución de conflictos
Las bendiciones que se reciben cuando se resuelven conflictos en un ambiente de amor son maravillosas. Estas incluyen seguridad, progreso personal que lleva a la paz interior, mayor fe, fortaleza de carácter y rectitud personal.
Nuevos modelos pueden ocupar el lugar de los conflictos cuando estos se resuelven. Entonces se abre una vía para que los cónyuges expresen pensamientos positivos y demuestren apoyo. La hermana Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, dijo: “Las palabras tienen un poder sorprendente, tanto para construir como para destruir. Tal vez todos recordemos palabras negativas que nos desanimaron y otras que se dijeron con amor y que edificaron nuestro espíritu. Elegir decir sobre los demás solo lo que es positivo, o decírselo a ellos, eleva y fortalece a los que nos rodean y los ayuda a seguir a la manera del Salvador”6.
Los matrimonios que han hecho progresos a largo plazo en la resolución de conflictos cosechan recompensas deseables. Un esposo cuya relación había estado llena de problemas en el pasado dijo: “Para mí es difícil mirar atrás, a cómo solía ser, y creer que fue real. ¿Cómo pude tratar a mi esposa de aquel modo? Estoy agradecido porque el Espíritu me llamó la atención y por la paciencia que mi esposa tuvo conmigo”.
Conclusión
Superar el conflicto requiere esmero y un esfuerzo consciente. Lo primero que digas o hagas puede dar pie a modelos de comunicación más positivos en tu matrimonio. Tú también puedes recoger los frutos del Espíritu, tal como les sucedió a los nefitas: “… no había contenciones en la tierra, a causa del amor de Dios que moraba en el corazón del pueblo.
“Y no había envidias, ni contiendas, ni tumultos… y ciertamente no podía haber un pueblo más dichoso” (4 Nefi 1:15–16).
Reglas para hablar de los problemas
A continuación se dan algunas ideas que aumentan la probabilidad de resolver conflictos con éxito.
- Busquen guía espiritual.
- Si el historial de problemas es importante, decidan un momento y un lugar para hablar.
- Procuren comprender en vez de discutir.
- Dejen hablar a su cónyuge.
- Hablen con suavidad y sean amables.
- Si fuera necesario, tómense un descanso.
- Usen un lenguaje apropiado.
- Cíñanse al tema. Hablen solamente del problema actual.
- Nunca hagan uso de la violencia.
- No amenacen con el divorcio o la separación.
- Encuentren soluciones que sean mensurables, como: “Yo daré la oración familiar y tú dirigirás la noche de hogar”.
- Cuenten con que habrá excepciones.
- Acuerden recordatorios neutros, tales como: “Dejemos que el calendario sea el que marque a quién le toca lavar los platos”.
- Vuelvan a evaluar y revisar las soluciones cuando sea necesario.
- 1. M. Russell Ballard, “Las sagradas responsabilidades de ser padres” (Devocional en la Universidad Brigham Young, 19 de agosto de 2003), pág. 3,speeches.byu.edu.
- 2. Thomas S. Monson, “El amor: La esencia del Evangelio”, Liahona, mayo de 2014, pág. 92.
- 3. Gordon B. Hinckley, “Lealtad”, Liahona, mayo de 2003, pág. 59.
- 4. Marvin J. Ashton, “No tenemos tiempo para la contención”, Liahona, agosto de 1978, pág. 12.
- 5. Véase Cómo fortalecer el matrimonio: Guía para los cónyuges, 2006, págs. 19–20
- 6. Jean B. Bingham, “Traeré la luz del Evangelio a mi hogar”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 7.
- Fuente: Lds.org - Liahona
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