por José Verano Silvera
Movilizaciones en contra de eventos religiosos, atentados a iglesias o a sus patrimonios,
secularización del sistema educativo, temas que polarizan como la legalización del aborto, o el matrimonio entre personas del mismo sexo, etc.: Lo cierto es que el 88% de Latinoamericanos declara pertenecer a una religión teísta (69% Católicos y 19% Protestantes y otras creencias - Pew Research Center 2014 ). Lo que indica que en relación a otros años, que aunque hay menos católicos, la cantidad de creyentes en Dios no ha disminuido, sino solo ha cambiado de lugar de adoración. La hostilidad hacia las personas de fe, o la percepción de que hoy podemos relegar a un segundo o hasta último plano a Dios o las enseñanzas que de Él provienen, responde en primer lugar a malas prácticas religiosas; pero en realidad parece esconder el distanciamiento moral provocado en gran medida por la alienación cultural con otras partes del mundo. Estos grupos menores pero estridentes, podrían dar una mirada al panorama histórico real para comprender qué es lo que realmente nos salvará de lo problemas que atraviesa la sociedad mundial.
¿Una creencia impuesta?
Es cierto que la religión Católica fue introducida por lo colonizadores europeos en el siglo XV reemplazando las creencias religiosas de las civilizaciones nativas, sin embargo, la veneración a una deidad ya era práctica común (Viracocha, Quetzalcóatl, etc.) Los conceptos de cielo, tierra e infierno, eran claros, la vida después de la muerte también, la liturgia, los ritos y sacrificios, las leyes y los valores que fortalecer, la condena social por transgredir; todo ello se vivía antes de la conquista. Los Aztecas, los Mayas, los Incas, mantenían algún conocimiento de uno o más dioses y aquello era eje importante de su comportamiento diario. Sea cómo la desarrollasen, la fe en lo que trasciende, ya existía.
¿Por qué deberíamos entonces ser antireligiosos cuando el orden moral basado en el conocimiento proveniente de un Dios, nos ha ayudado a fortalecer imperios e incluso el inicio de nuestra sociedad actual? Podríamos no compartir algún ángulo de la doctrina, pero ¿ir en contra de ella?
Siglo XXI
Seis siglos después, la civilización humana parece estar llegando a una etapa de decadencia, predicha por autores religiosos como Isaías (Isaías 24:5-13) y calculada por politólogos como Huntington ( El Choque de Civilizaciones , pág 316) aun cuando abundan falsas percepciones de progreso debido a la idealización del “Siglo XXI” en el que “todo puede ser”. Serviría de mucho no confundir el avance tecnológico con el espiritual y humano, debido a que no van a la par. El hambre que mata a un niño cada cinco segundos, el cambio climático generado por la contaminación brutal del medio ambiente, el alarmante aumento del VIH, los conflictos debido a la ambición, el egoísmo y la poca respuesta a todo lo anterior, son motivos para entender que la calidad humana no está avanzando al mismo ritmo que las versiones de teléfonos inteligentes, o la moda. La maquinaria de la deshumanización en realidad ha sido puesta en marcha y parte del mundo recostado al lado del camino, parece evitar hacer algo más que observar cómo irrumpe con voracidad.
La promesa para América
Pese a la agitación de los últimos tiempos, América latina sigue siendo un frente de resistencia a muchas de las corrientes que intentan restar importancia a la religión o a la familia, y que han ocasionado en gran medida los conflictos sociales de hoy. Según se le prometió a Abraham, su descendencia sería firme y brillante “...como las estrellas del cielo” (Génesis 26:4) y a través de ella serían benditas todas las naciones. Para dar cumplimiento a esa promesa, una de las ramas deI srael llegaría a poblar América siglos antes de la venida de Cristo, esa civilización más tarde recibiría un testimonio personal del Mesías no obstante, conformada finalmente por Nefitas y Lamanitas degeneraría y se olvidaría del Dios verdadero.
En Enero de 1873 el presidente Wilford Woodruff prometió bajo inspiración lo siguiente: “Sión está destinado a levantarse y florecer. Los lamanitas florecerán como la rosa en las montañas… Cada palabra que Dios ha dicho de ellos se cumplirá, y ellos, muy pronto recibirán el evangelio. Ese día se manifestará el poder de Dios entre ellos, y surgirá una nueva nación” (Journal of Discourses, 15:282). En el Libro de Mormón se registra también: “Y esta tierra será una tierra de libertad para los gentiles; y no habrá reyes sobre la tierra que se levanten sobre los gentiles. “Y fortificaré esta tierra contra todas las otras naciones. Y el que combata contra Sión perecerá, dice Dios” (2 Nefi 10:11-13). Hay algo hermoso en saber que todas estas cosas se han cumplido y se continuarán verificando, que tanto nativos americanos y descendientes de otras naciones pueden aquí, hoy gozar de un continente libre, en donde todavía la familia y la religión siguen siendo de gran importancia y en donde a pesar de la adversidad, la doctrina pura de Cristo se puede enseñar, en casas, iglesias y templos.
La América latina de hoy no solo no es menos creyente, sino que en su anhelo de mayor
espiritualidad se ha volcado a otras religiones con las que comparte la fe en Dios, aquello es consecuente de quienes con sinceridad buscan la plenitud de una verdad que genere cambios positivos para la humanidad. Todos vemos una faro a lo lejos -en medio de la oscuridad de un mar bravo- y es casi imposible que siguiendo esa luz nos alejemos demasiado los unos de los otros
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