¿Por qué tratamos al Rey David como Profeta si hizo cosas muy malas?




Primero conviene recordar que es Dios quien sabe todas las cosas. No el hombre. Dios conoce todos los pecados que ha cometido cada persona. Sin embargo, no nos juzga ni castiga sino hasta cuando hayamos infringido una ley o mandamiento, a pesar de nuestra condición caída constante, pues Él desea bendecirnos tanto como pueda.

Hablando del Rey David, fue conocido y recordado como un gran hombre. En 1 Samuel 13:14 se lee que Jehová lo designó Príncipe de su pueblo, debido a que tenía un corazón según el corazón de Jehová. Pablo también recordó esta escritura en sus predicaciones haciendo alusión a David.

Cuando las escrituras dicen que David era un hombre según el corazón de Dios y uno de los profetas del Antiguo Testamento, era porque así lo era. Sin embargo, nada de eso lo hizo inmune a la tentación, nada de eso significaba que no pudiera caer en pecado. Y las escrituras también registran que cedió a la tentación y que cayó.

Ahora, en el Antiguo Testamento, el Rey David es considerado como un estándar por el cual todos los otros Reyes son juzgados. Porque para Israel, David era un muy buen rey y los guió a vivir la ley de Dios y no a adorar ídolos (a pesar de sus fallas personales), porque esto es algo con lo que muchos de los reyes posteriores tuvieron problemas. Condujeron a Israel por mal camino, tras dioses e ídolos falsos, además de sus fallas personales. Esta es una limitación propia de tener cualquier mortal como un estándar. Nadie sino Cristo era perfecto y todos los hombres tendrán defectos y pecados, incluido por supuesto el Rey David.


Por lo tanto, la historia de David se convierte en una advertencia para todos los demás. Podemos ser muy favorecidos y bendecidos por Dios y podemos ayudar a muchas personas, pero eso no significa estar inmune a posibles errores ni que podamos bajar la guardia o jugar con la tentación. Por el contrario, nosotros también podemos perder nuestro estado bendito y favorecido.

Por otro lado, las enseñanzas y actos buenos que efectuó el Rey no deben olvidarse en desmedro de su desafortunado final pecador. Por ejemplo su valor ante Goliat, o su gran liderazgo en servicio de su pueblo.

La historia de David nos sigue sirviendo como advertencia para que tengamos cuidado de seguir alimentando nuestra fe y vocación espiritual, aún cuando creamos que toda marcha muy bien.






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Hernán Felipe Toledo

Ingeniero, viajero, creador de comunidades y amante de difundir inspiración. Actualmente sirve en una Presidencia de Estaca.

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