No obstante, hay algo que me sorprendió mucho y quizás no tan gratamente, pero que tomé con verdadera humildad. En su última intervención en la sesión del sacerdocio, nuestro profeta, el Presidente Nelson nos entregó un hermoso mensaje. Como a la mitad de su discurso, cuando sólo hablaba cosas positivas, mencionó un "sin embargo", esperó unos segundos en silencio y continuó con lo que yo le llamaría la primera gran amonestación del Presidente Nelson, como profeta, a la Iglesia entera, pero en particular al sacerdocio.
Comunicó que hay algunos miembros de la Iglesia y miembros poseedores del Sacerdocio que no están ocupando bien sus funciones, sus atributos y su autoridad. Puso el ejemplo de un hermano que estaba bendiciendo a su bebé, que lo sostuvo en sus brazos, y que luego dio una hermosa oración a su favor. Indicó este ejemplo para mostrar de manera clara lo que podríamos llamar una oportunidad desperdiciada de bendecir. Tal hermano no sabía la diferencia entre una oración y una bendición del sacerdocio. Sólo dijo cosas hermosas, pero en ningún momento pronunció una bendición a través del poder del sacerdocio.
El Presidente Nelson siguió dando más ejemplos de cuantas oportunidades estamos perdiendo, y como estamos usando mal o no usando nuestro poder de bendecir.
Finalizó con la historia del hermano Cox, a quien pudo rescatar de una inactividad, al haber sido amablemente insistente. Hoy su familia tiene 54 bisnietos, que seguramente no estarían dentro del convenio, de no haber sido por tratar de bendecir sinceramente a aquel hermano.
Terminada su amonestación que nos llegó directo como poseedores del sacerdocio en la Iglesia, finalizó también la sesión. Algo que al menos yo no olvidaré, fue que apenas terminó la sesión, un misionero me andaba buscando. Me comentó que había un miembro de la Iglesia que estaba buscando al Obispo. Lo necesitaba porque recién hacía 2 días había llegado de Perú a Chile, y estaba solo, y se sentía triste, por lo que necesitaba una bendición de consuelo y consejo.
Cuando escuché eso, me alegré demasiado en mi corazón. No porque hubiera alguien sufriendo, sino porque yo en calidad de Obispo, podría sólo un par de minutos después de la gran amonestación del profeta, poner en práctica lo que Él había enseñado recién, y que le preocupaba mucho. Así fue como busqué a este hermano, le realicé una pequeña entrevista, le di un abrazo sincero, y junto a uno de mis consejeros, le di la bendición de consejo que necesitaba, y estando lleno del Espíritu, le bendije con toda mi facultad, usando plenamente mi poder del sacerdocio.
Me regocijé de poder hacerlo y sentir de inmediato que lo que el profeta acababa de enseñar, es lo que la Iglesia necesita: que sirvamos con el corazón, que usemos nuestros dones, nuestra autoridad y nuestro poder para realmente bendecir a los hijos de Dios que necesitan alivio, protección, consuelo, salud, etc.
Estoy emocionado y agradecido de poder recibir estos testimonios tan hermosos, reales y verdaderos.
Gracias Presidente Nelson por su reprensión tan sincera, preocupada y amorosa.
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Solo en algunas ocasiones imploramos por la ayuda del saserdocio cuyas veces no la tenemos.Una bendicion de consuelo junto con un abrazo de fortaleza, nos hace falta en cualquier momento. Y en ese instante solo existe una palabra; Sacerdocio!.
ResponderBorrarAsí es. Ojalá todos pensemos más en esto y actuémos.
BorrarMuy bueno, me gusto mucho q se anime a los.sacerdotes a bendecir, con autoridad, y no limitarse a solo ofrecer oraciones, lo q.no esta mal, pero teniendo autoridad, no hay.mejores palabras que decir, te bendigo!!!
ResponderBorrarFue un excelente punto y detalle que el Presidente nos marcó.
BorrarGracias por su testimonio.
ResponderBorrarDe nada Carmen, saludos.
BorrarEn ocasiones he recibido bendiciones, que has sido oraciones y he mirado como se perdía la influencia del espíritu, por no manejar bien la autoridad que da el Señor mediante el sacerdocio, es triste, pero creo que muy acertada la amonestación del Profeta.
ResponderBorrarTotalmente.
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