¿Hay evidencia que conecte ADN de Nativos Americanos con Lamanitas según se describen en El Libro de Momón?



La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días afirma que el Libro de Mormón es un volumen de Escrituras sagradas que se compara a la Biblia. Contiene un registro de la relación que Dios tuvo con tres grupos de personas que migraron desde el Medio Oriente o el occidente de Asia al continente americano cientos de años antes de la llegada de los europeos.

Aunque el propósito primordial del Libro de Mormón es más espiritual que histórico, algunas personas se han preguntado si las migraciones que el libro describe concuerdan con los estudios científicos hechos en la antigua América. El debate se ha centrado en el campo de la genética de poblaciones y en los avances de la ciencia con respecto al ADN. Algunas personas sostienen que las migraciones que se mencionan en el Libro de Mormón no ocurrieron ya que la mayoría del ADN que se ha localizado hasta la fecha en los pueblos indígenas modernos se asemeja más al de los pobladores del este de Asia.

Los principios básicos de la genética de poblaciones sugieren la necesidad de un análisis más detenido de los datos. Los hallazgos de la genética no son definitivos, al igual que los de cualquier ciencia, y todavía queda mucho por hacer para entender el origen de las poblaciones indígenas del continente americano. Nada se sabe acerca del ADN de los pueblos mencionados en el Libro de Mormón, y aun cuando se supiera su perfil genético, existen razones científicas lógicas que indican que podría quedar sin determinarse. Por esas mismas razones, los argumentos formulados por algunos defensores del Libro de Mormón que se basan en estudios del ADN también son especulativos. En pocas palabras, no se puede hacer uso de los estudios del ADN de manera decisiva para afirmar o rechazar la autenticidad histórica del Libro de Mormón.

Los antepasados de los amerindios

Las pruebas recopiladas hasta la fecha indican que la mayoría de los amerindios son en su mayoría portadores del ADN que caracteriza a los pobladores de Asia. Los científicos sostienen la teoría de que en una época que precedió a la de los registros del Libro de Mormón, un grupo relativamente pequeño de personas emigró del noreste de Asia hacia el continente americano por medio de un puente de tierra que conectaba Siberia con Alaska. Según los científicos, ese grupo creció y se propagó rápidamente para poblar Norte, Centro y Sudamérica, y es probable que sean los principales antepasados de los amerindios modernos.

El Libro de Mormón proporciona poca información directa en cuanto al contacto cultural producido entre los pueblos que describe y otros pobladores que hayan vivido cerca. En consecuencia, la mayoría de los primeros Santos de los Últimos Días suponía que personas procedentes del Medio Oriente o del occidente de Asia como Jared, Lehi, Mulek y sus acompañantes fueron los primeros grupos o los grupos más grandes o incluso los únicos grupos que se establecieron en América. Con base en esa suposición, los críticos insisten en que el registro histórico del Libro de Mormón no permite la presencia de otras poblaciones grandes en el continente americano y que, por lo tanto, el ADN de los pobladores del Medio Oriente debería ser fácilmente reconocible entre los grupos de indígenas modernos.

Sin embargo, el Libro de Mormón en sí no afirma que los pueblos descritos fueran los habitantes predominantes o exclusivos de las tierras que ocupaban. De hecho, las pistas culturales y demográficas incluidas en el texto implican la presencia de otros grupos. En la Conferencia General de abril de 1929, el Presidente Anthony W. Ivins, de la Primera Presidencia advirtió: “Debemos tener cuidado con las conclusiones a las que llegamos. En el Libro de Mormón… no se dice que no había habitantes aquí antes que [los pueblos que describe] ni tampoco se dice que no vinieron otros pueblos después que ellos”.

José Smith parece haber estado dispuesto a considerar la idea de que hubo otras migraciones aparte de las que se describen en el Libro de Mormón, y durante el siglo pasado muchos líderes y eruditos de la Iglesia han determinado que el relato del Libro de Mormón es totalmente compatible con la presencia de otros pueblos establecidos. La modificación hecha en la introducción del Libro de Mormón en inglés en 2006 refleja ese punto de vista dado que indica que los pueblos del Libro de Mormón se hallan entre los “antecesores de los indios de las Américas”.

No se sabe nada en cuanto a las consecuencias de los matrimonios entre distintas poblaciones ni a la mezcla genética entre los pueblos del Libro de Mormón o sus descendientes, y otros habitantes del continente americano, aunque parece evidente que se produjo cierta mezcla, incluso durante el período que abarca el texto del libro. Lo que parece claro es que el ADN de los pueblos del Libro de Mormón probablemente representaba solamente una fracción de todo el ADN de la antigua América. Pedir que se encuentre y se determine claramente el ADN de dichos pueblos en la actualidad podría ser imposible para la ciencia de la genética de poblaciones.

Interpretación de la evidencia genética

Un breve repaso de los principios básicos de la genética ayudará a explicar la forma en que los científicos se valen del ADN para estudiar las poblaciones de la antigüedad. También destacará lo difícil que es formular teorías contundentes en cuanto al Libro de Mormón mediante el estudio de la genética.

El ADN consiste en un juego de instrucciones que establece y sostiene la vida, y se encuentra en el núcleo de casi todas las células humanas. Está organizado en 46 unidades llamadas cromosomas, 23 de las cuales se reciben de cada uno de los progenitores. Esos cromosomas contienen aproximadamente tres mil doscientos millones de instrucciones. Dos personas indistintas comparten aproximadamente el 99,9 % de su disposición genética. Sin embargo, las miles de pequeñas diferencias ocasionan la amplia variación que existe entre la gente.

Las variaciones genéticas se presentan mediante el fenómeno que los genetistas llaman mutación aleatoria. Las mutaciones consisten en errores que se producen a medida que se copia el ADN durante la formación de células reproductoras. Esas mutaciones se acumulan con el tiempo a medida que se pasan de generación en generación, lo cual resulta en perfiles genéticos únicos. El modelo de herencia de la información genética de los primeros 22 pares de cromosomas (llamados autosomas) se caracteriza por el continuo cambio: la mitad del ADN del padre y de la madre se vuelve a combinar para formar el ADN de cada hijo. El par 23 de cromosomas determina el sexo del niño (XY para el hombre, XX para la mujer). Debido a que únicamente los hombres tienen el cromosoma “Y”, un hijo varón hereda ese cromosoma de su padre de forma casi intacta.

Las células humanas también tienen ADN en un componente de la célula llamado mitocondria. El ADN mitocondrial es relativamente pequeño, contiene aproximadamente 17.000 instrucciones y se hereda en gran medida intacto de la madre. La madre transmite su ADN mitocondrial a todos sus hijos, pero únicamente las hijas mujeres lo pasarán a la siguiente generación.

El ADN mitocondrial fue el primer tipo de ADN en ser analizado y por ende fue el primero que los genetistas emplearon para estudiar a las poblaciones. A medida que la tecnología ha mejorado, el análisis del ADN autosómico ha permitido que los genetistas lleven a cabo estudios sofisticados que incluyen la combinación de varios marcadores genéticos.

Los genetistas de poblaciones intentan reconstruir el origen, las migraciones y las relaciones de las poblaciones valiéndose de muestras de ADN tanto actuales como antiguas. Al examinar los datos disponibles, los científicos han determinado combinaciones que son características de las poblaciones de diferentes regiones del mundo. Los perfiles únicos del ADN mitocondrial y del cromosoma “Y” se llaman haplogrupos. Los científicos denotan los haplogrupos con letras del alfabeto.

En la actualidad, los científicos concuerdan en que la gran mayoría de los amerindios pertenecen a ramas secundarias de los haplogrupos C y Q del cromosoma Y, y de los haplogrupos A, B, C, D y X del ADN mitocondrial, todos los cuales son predominantes en el este de Asia. Sin embargo, el panorama no está del todo claro. Los estudios continuos proporcionan más conocimiento y algunos de ellos ponen en tela de juicio las conclusiones previas. Por ejemplo, un estudio realizado en 2013 señala que, como máximo, una tercera parte del ADN de los amerindios se originó en Europa o en el occidente de Asia en la antigüedad, y que es probable que se haya introducido en el acervo genético antes de la primera migración hacia América. Dicho estudio sugiere un panorama más complejo que el sugerido por la opinión que prevalecía de que todo el ADN de los amerindios procedía esencialmente del este de Asia.

Aunque existen marcadores del ADN del Medio Oriente en el ADN de las poblaciones nativas actuales, es difícil determinar si son el resultado de migraciones anteriores a los viajes de Colón, como las que se describen en el Libro de Mormón, o si derivan de la mezcla genética que ocurrió después de la conquista europea. Eso se debe en parte al hecho de que el “reloj molecular” utilizado por los científicos para calcular la fecha de aparición de los marcadores genéticos no siempre es lo suficientemente preciso para señalar el momento exacto en que ocurrieron las migraciones de hace cientos de años o aún hace miles de años.

Los científicos no descartan la posibilidad de que haya habido otras migraciones de pequeña escala hacia América. Por ejemplo, el análisis genético realizado en 2010 en un espécimen paleoesquimal bien conservado de 4.000 años de antigüedad encontrado en Groenlandia llevó a la hipótesis científica de que un grupo de personas, aparte de las procedentes del este de Asia, había emigrado hacia el continente americano. Con respecto a ese estudio, el genetista de poblaciones Marcus Feldman de la Universidad Stanford comentó: “Las hipótesis que sugieran una sola migración de gran magnitud por lo general se consideran como teorías idealizadas… Es probable que hubiera pequeñas migraciones a lo largo de miles de años”.

El efecto fundador

Una de las razones por las cuales es difícil valerse de la evidencia del ADN para formular conclusiones definitivas acerca de los pueblos del Libro de Mormón es que no se sabe nada en cuanto al ADN que Lehi, Saríah, Ismael y otras personas trajeron a América. Aun cuando los genetistas contaran con una base de datos del ADN que existe hoy en día de todos los grupos de amerindios modernos, sería imposible saber exactamente lo que se está buscando. Es posible que cada integrante de los grupos de emigrantes descritos en el Libro de Mormón tuviera un ADN típico del Medio Oriente y también es posible que algunos de ellos portaran ADN que sea más común en otras regiones. En ese caso, los descendientes podrían heredar un perfil genético que sería inesperado dado el lugar de origen de su familia. Ese fenómeno se conoce como efecto fundador.

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Hernán Felipe Toledo

Ingeniero, viajero, creador de comunidades y amante de difundir inspiración. Actualmente sirve en una Presidencia de Estaca.

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