El 24 de julio de 1847 es una fecha notable para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; en ese año llegó al valle de Lago Salado, Utah el primer grupo de pioneros. Después de años de persecución por fin se sintieron libres para adorar a Dios según los dictados de su propia conciencia sin que nadie les molestara.
El conocimiento de la verdad les dio la fuerza para soportar tan grandes pérdidas de bienes y muchos ofrendaron su vida durante la travesía.
La migración de los miembros de la Iglesia del siglo XIX se inició en 1846 en Illinois, atravesó Iowa y Nebraska, y finalmente terminó en un lugar de refugio en las Montañas Rocosas, y que constituye uno de los episodios más notables de la historia de la gran migración de los Estados Unidos hacia el Oeste.
A diferencia de los miles de pioneros que viajaron al oeste hacia California y Oregón en busca de una vida mejor, la migración de los pioneros hacia el valle de Lago Salado no fue voluntaria, sino que fue resultado de la expulsión de Illinois y de Misuri por parte de vecinos hostiles. Más adelante, el sendero recorrido por los pioneros se llenaría de conversos procedentes de Europa.
Bajo la dirección de Brigham Young, se estima que 70,000 Santos de los Últimos Días realizaron el difícil viaje a Utah desde 1847 hasta que quedó terminado el ferrocarril transcontinental en 1869. La experiencia colectiva de los pioneros ha tenido un impacto profundo en la cultura de los miembros de la Iglesia.
A menudo se habla de los antepasados pioneros que hicieron el viaje y se les honra no sólo en las reuniones familiares de los descendientes, sino también en las reuniones de los miembros de la Iglesia, quienes ven el ejemplo de valentía y sacrificio de los pioneros como fuente de inspiración.
Fuente: Sala de Prensa Guatemala
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