"Orad al Padre en vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidos vuestras esposas y vuestros hijos". (3 Nefi 18:21)
Estos tiempos de adversidad han develado la capacidad de muchos miembros alrededor del mundo de realizar sacrificios por otros. Hay quienes posiblemente hayan escondido por un tiempo el talento con la prudencia que exige una crisis de salud mundial, otros se han esforzado por compartir de sus dones por medios digitales y mantener vivo el fuego de la fe y el testimonio propio.
Algunos por diversos motivos relacionados a cubrir la emergencia no pudieron abandonar sus labores, entre ellos: Médicos, personal de limpieza, operadores de servicios, etc. En uno de esos grupos se encuentra el hermano Sebastián Millar, Jefe de operaciones terrestres de una aerolínea conocida y miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Cuando se le consultó la posibilidad de contar con su apoyo en China (epicentro del brote) para trasladar material médico a Sudamérica, aceptó muy consciente del riesgo, pero también de la necesidad de llevar la valiosa carga disponible y en esos momentos tan escasa.
"En medio de la reunión, cuando recibí esta asignación, ofrecí en silencio una oración. Significaba un desafío grande y dije: Padre, agradezco esta oportunidad laboral, sin embargo… ¿Estaré preparado para ir? ¿Qué será de mi familia?
Pude sentir paz en mi corazón y mi mente".
La logística que demandaba la ayuda se extendió por casi dos meses, mientras las cuarentenas se iban activando en diversos países, su trabajo proveyó de equipos de protección, ventiladores mecánicos, mascarillas y otros elementos de salud en lo más álgido de la crisis y propagación del COVID-19. Sin poder retornar a casa, haciendo innumerables escalas en países y continentes cercanos, sirvió con todas sus capacidades, efectuando el inicio de una cadena de actividades que permitieron tener lo necesario para salvar vidas.
En la entrevista que un diario le hizo, él detalla lo siguiente:
"Fui viendo la crisis del COVID 19 en el mundo en base a cómo se fue dando. En Nueva Zelanda, por ejemplo, estuve cuando ya estaban superando el proceso de las cuarentenas, mientras que en Chile estaba comenzando. En Europa estaban llegando al Peak. Fue sorprendente ver los aeropuertos grandes como los de Auckland y Sidney vacíos, solo con operaciones de vuelos de carga como el nuestro". (Diario "El Día", 27 de Junio 2020, Chile)
Cada vez que un avión volvía a despegar con la carga, ya con el trabajo realizado y dejando por un momento la mente libre de la coordinación para el siguiente, el hermano Millar comenta:
" Podía ver por la ventana el amanecer, el atardecer, la inmensidad del océano y el cielo en el horizonte, pensaba: Aquí estoy sobre las nubes, más cerca del cielo. Él se encargará de cuidar de mi familia en casa, de protegerme y abrirme los caminos para hacer todo el trabajo que debo realizar, en beneficio de sus hijos que sufren y requieren estos artículos".
"...Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, sólo estáis al servicio de vuestro Dios". (Mosíah 2:17)
A millas de distancia su esposa Alexandra daba otra muestra de fe y voluntad. Sola en casa con sus dos hijas, oraba diariamente por protección para su esposo:
"Sebastián lleva años viajando, de cierta forma las niñas y yo estamos un poco habituadas a esta situación. Pero la diferencia esta vez radicó en la cantidad de tiempo y el contexto en el que se desarrolló todo mientras estuvo afuera...".
"...Si algo me dio fortaleza en este tiempo fue el hecho de verme reflejada en lo que tuvo que haber vivido Eva cuando crió a sus hijos, tal vez la comparación no sea la mejor pero ella tuvo que haber recibido mucha fortaleza de lo alto para cumplir con su labor. Yo me sentí un poco así, siento que el Señor siempre estuvo conmigo a través de la compañía constante del Espíritu y al mismo tiempo me sentí fortalecida al recordar siempre que mi responsabilidad principal en la vida es la de ser madre y velar por mi familia. De entender que mientras él estaba afuera yo debía esforzarme por hacer de esta casa un lugar seguro y que debía cuidar a mis hijas.
Sin duda también la fortaleza la encontré en la oración constante, en rogar al Padre la protección de la familia, de mi esposo y el seguir tratando de desarrollar atributos como la paciencia".
En este período de tiempo muchos otros miembros han estado sirviendo desde sus respectivas ocupaciones, realizando actos de desprendimiento para poder en primera fila enfrentar la pandemia que ha golpeado la salud y economía de una parte importante de la población mundial. Podemos oír también experiencias de ministración en la que los familiares de estos hermanos alrededor del mundo han encontrado soporte en transmisiones, o grupos en redes sociales, consejos y charlas, que se han acoplado de manera inspirada en la ministración que desde ya varios meses atrás el Presidente Russell M. Nelson nos pidió realizar. En este circuito de ayuda, se ha probado el ciclo eterno de amor y servicio, atendiendo cada hombre y mujer su deber, fortaleciendo al más débil hasta que se haga fuerte también, realizando un sistema de relevos en el que ayudamos a quien está ayudando a otros, y sin darnos cuenta, ese sencillo acto retorna a nosotros.
Han habido sin embargo familias que han perdido a sus seres queridos, para ellos la esperanza de volverse a ver se ha puesto a prueba, quizás el período de tiempo sea mayor, quizás el dolor persista por noches enteras. Para ellos aunque parezca increíble la promesa es la misma, la cercanía que nos ofrece el vínculo con el que el Padre nos abraza va más allá de esta vida. La distancia se acorta entre la tierra y el cielo al comunicarnos con Dios, podemos sentir a nuestros muertos al tocar ese vínculo eterno con la oración, podemos recibir la confirmación en nuestro pecho de que todo pasará y que ellos se encuentran bien, recibiendo el conocimiento perfecto de lo que en vida amaron por fe.
"...el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones".
(DyC 112:10)
"Hubo algo especial en ese tiempo con la oración y fueron precisamente las oraciones de mis hijas, especialmente las de Eliza.
...ella cuando oraba realmente hablaba con el Padre como si lo estuviera viendo y eso me ayudó a mi misma a confiar porque veía en ella mucha tranquilidad después de hablar con Dios. Creo que este tiempo nos ayudó a todos a unirnos más como familia porque nos dimos cuenta que en medio de la pandemia lo que más importaba era que todos estuviéramos juntos aunque fuera en espíritu".
"Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor".
(DyC 68:28)
Concluye el hermano Millar:
"Esta experiencia me acercó más a mi Padre Celestial; pude confirmar que el jamás nos deja solos, siempre está con nosotros y disponible para sus hijos. Él nos prepara en la vida y se vale de nuestros talentos y habilidades para bendecir a sus hijos. No logro imaginar cuántas personas oraban en varios lugares para poder prevenir el contagio y siento que pude ser un instrumento en las manos del Señor para bendecir a muchas personas en el mundo.
Sé sin ninguna duda en mi corazón que Cristo vive y esta es su Iglesia, la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra que nos conduce a su presencia. Debemos siempre estar preparados para escuchar su voz y servir a sus hijos en el tiempo, forma y lugar que Él lo requiera...
...No importa qué tan alto o bajo nos encontremos, nuestra distancia de los cielos es una sencilla oración a Dios y dejar en sus manos el resto. Solo debemos confiar. Él nos llevará de regreso sanos y salvos a casa.
En el Nombre de Jesucristo, Amén".
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