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Un saludo para todos queridos hermanos(as),
Vimos dos de las últimas revelaciones del año 1831 y dos de las primeras de 1832, además de la sección 74, que data de 1830, probablemente cerca de la organización de la Iglesia, y que vino a ser incluida en medio de estas revelaciones como un asunto importante para tratar sobre la salvación y redención de los niños pequeños.
Si no viste la clase que se está estudiando esta semana, puedes hacerlo a continuación:
Clase Ven Sígueme DyC 71-75 | “No hay arma forjada en contra de vosotros que haya de prosperar”
SI bien hay temas variados en esta clase, nos centraremos hoy, en este boletín, en el título de la clase basado en DyC 71:9 que dice:
De cierto, así os dice el Señor, no hay arma forjada en contra de vosotros que haya de prosperar.
Este versículo está rodeado de palabras clave que nos ayudan a comprender en qué sentido el Señor podría estar usando la palabra 'arma' o la frase 'arma forjada'. Si bien la palabra 'forjar' implica un metal, y por tanto solemos pensar en un arma física, tal como una pistola, un escudo o una flecha, recordemos también que las escrituras están llenas de símbolos que significan algo más profundo y ejemplifican principios para las necesidades de los oyentes o lectores.
En este caso, en los dos versículos previos y en el versículo siguiente tenemos las expresiones: "invitadlos a discutir", "potentes razonamientos en contra" y "alza su voz en contra". Con esto podemos meditar y precisamente razonar en el significado de la promesa del Señor, de que no hay arma forjada en contra de los santos que prosperaría, ampliando el concepto a armas de la esfera espiritual. Porque si lo vemos desde un punto de vista muy literal, la historia nos enseña que los santos fueron intimidados, perseguidos, expulsados y en algunos casos muertos a punta de armas forjadas, pero aún no obstante a ello, la obra de los santos siguió prosperando. Ningún arma pudo contra los santos, aún cuando por lógica ninguno de ellos era inmortal, por ende debiendo morir de alguna manera, y en casos como el de José y su hermano, como mártires de fe.
Muchos críticos han pensado que al repetirse esta misma promesa en la bendición patriarcal de José Smith, y al morir éste a punta de pistolas y escopetas, entonces debiéramos suponer que lo que dijo el Señor estaba mal y errado. Sin embargo, eso sería una manera muy básica, literal y limitada de pensar. Para examinarlo en complemento, expongo una parte de la bendición de José a continuación:
"... los justos desearán su sociedad, y los rectos de corazón serán sus compañeros: ninguna arma forjada contra él prosperará, y aunque los malvados lo estropeen por un corto tiempo, será como uno que se levanta al ardor del vino - rugirá en su fuerza, y el Señor hará huir a sus perseguidores: será bendecido como la aceituna fructífera, y su recuerdo será tan dulce como el racimo elegido de las primeras uvas maduras. Como gavilla completamente madura, reunida en el granero, así él estará delante del Señor, habiendo producido cien veces. Así como habló mi padre José. Por lo tanto, mi hijo, sé con certeza que estas cosas se cumplirán, y confirmo sobre ti todas estas bendiciones. Vivirás para hacer la obra que el Señor te ordenará: tendrás las llaves de este ministerio, incluso la presidencia de esta iglesia, tanto en el tiempo como en la eternidad...".
Como se aprecia en las frases destacadas en cursiva, el Señor de todas maneras cumpliría la promesa en José, él sería "estropeado" junto a la obra por un "corto tiempo", y de todas formas, viviría para hacer la obra que el Señor le ordenó. Aunque finalmente fue muerto por un arma forjada, no podemos concluir bajo ninguna manera que eso sea un triunfo de prosperidad para el bando de las armas forjadas enemigas. La obra del Señor bajo ningún punto fue estropeada permanentemente, ni mucho menos detenida o interrumpida. ¿Cómo lo sabemos? Pues, es muy fácil. Tan sólo observemos lo que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es hoy, por todo el mundo: Una obra maravillosa y un prodigio.
De esta manera entonces, tanto en la clase que nos convoca, como en la particular bendición de José, las armas forjadas no se limitan a armas de metal, sino que también a los potentes razonamiento de críticos malintencionados, a las nocivas tentaciones del adversario, al orgullo incluso entre nosotros, entre muchas armas del mundo espiritual que podamos imaginar, y que tuvieron que resistir los misioneros pioneros y que permanecen hasta el día de hoy.
Les hago la invitación específica entonces a reflexionar sobre las armas que nosotros podemos forjar para vencer el mal. En las secciones que hemos analizado, encontramos muchos ejemplos, comenzando por el poder de la predicación.
Recordando a nuestro querido hermano y profeta José Smith, que precisamente el domingo pasado, 27 de Junio, cumplió 177 años del otro lado del velo, puedo asegurar que su sangre derramada no fue en vano. Para mí, exceptuando la sangre derramada por Cristo, la que nos permite el acceso a la salvación, la sangre derramada por José al ser asesinado, si bien no se trata para nada de una sangre expiatoria, nos ha bendecido más que ninguna otra, enfatizando la excepción anterior, si ponderamos todo lo que nos trajo con su vida de sacrificios continuos, sobre todo en lo que concierne a nosotros, los santos de la restauración, quienes viviríamos en estos últimos días. No podemos menos que sentir gratitud eterna por ello.
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Un buen fin de semana para todos. Nos vemos en nuestra próxima clase el domingo en la tarde/noche.
Hernán Felipe Toledo
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